Esta semana han pasado otras cosas. Pero para mí, un acontecimiento hace sombra a todo lo demás. Aprovechando que tengo este hueco semanal para contar cosas, me voy a extender. Nos ha dejado Hank Aaron. Es discutible, como siempre que se pone sobre la mesa cualquier ranking, pero yo no tengo dudas: hablamos del mejor jugador de béisbol de todos los tiempos. Yo recordaré que, aunque evidentemente no le vi jugar, yo era seguidor de este deporte cuando Henry Louis Aaron estaba vivo.
Algunos dirán que mi filia por los Braves, me nubla el criterio. Y no negaré que conocer la historia del club me ha hecho saber más sobre quien fue este señor, pero no creo que haya ningún atisbo de subjetividad. En una comparación directa, al lado de «Hammerin» Hank, Babe Ruth era un gordo borracho, Ty Cobb un cerdo y Barry Bonds un drogadicto. Dicho con todos los respetos, solo con la intención de visualizar en paralelo a las grandes leyendas. Pero no solo lo voy a decir, voy a contar el porqué.
No, no es por los números. Nunca es por los números. Las estadísticas acumuladas no cuentan toda la historia, nunca lo hacen, aunque haya gente que se empeñe en pensar de ese modo. Si fuera así, nos daría igual ver béisbol o las luchas de robots, y no, no es lo mismo. Los números solo cuentan una parte de lo que ha ocurrido (en ningún caso de lo que va a ocurrir) y esa parte puede tener un giro de guion brutal si se pone en contexto, si se rodea de todo lo que pasa, que es mucho.
Pero vamos a contar lo que dicen esas estadísticas para quitárnoslas de en medio. Hank Aaron fue un defensor muy por encima de la media, pero con el bate en la mano y corriendo las bases fue, bueno ya lo dije antes, simplemente el mejor. Consiguió 3771 hits en su carrera, en realidad son 3812, porque por fin podemos añadir los números de las Negro Leagues a donde se merecen, aunque en el caso de Aaron, tampoco es tan importante, pues solo disputó 26 partidos antes de que lo recogieran los Braves. Eso le sitúa solo por detrás de los locos Pete Rose y Ty Cobb. Pero hay que contar todo, y para contar todo hay que hablar de bases totales. Las bases totales conseguidas hablan de verdad de lo que eres capaz de conseguir desde el cajón de bateo, sin tener en cuenta a tus compañeros u otros factores. Hank Aaron no solo es el líder de todos los tiempos, sino que el segundo está a 731 bases de él. Es como comparar los strikeouts de Nolan Ryan con otro pitcher, es como si hubiera jugado una liga distinta.
El ataque no es solo el bate, también es velocidad. Aaron prácticamente inventó el 30-30, una temporada de 30 home runs y 30 bases robadas. Sin el prácticamente, si hablamos del club de 40-30. Un WAR en su carrera de 143, una media de bateo de 305 en 23 años en Grandes Ligas. 19 de ellas entre los 20 primeros votados para el MVP. 25 veces All-star, aunque hubo unos años en que se jugaban dos por año. Me encanta el dato de que tiene el record de la MLB de los hermanos con más home runs en su carrera: Tommie Aaron consiguió 15 home runs. Eso es lo que dicen los números. Una imagen parcial que lo sitúa, sin que nadie en su sano juicio tenga dudas, como integrante de un top 5 de todos los tiempos.
Y ya dije que falta el resto: el entorno, el contexto, en fin… la vida. Es decir, lo más importante. Y lo más importante es que Aaron consiguió todo esto, con muchos más obstáculos que los que enfrentaron los demás. Los años 50 y 60 fueron años de segregación, todavía estaba presente la odiosa ley de Jim Crowe que generaba esa duplicación de todo: un mundo para blancos y otro para los demás. Ya sabéis, «iguales pero separados». Eso le significaba a Aaron ir por otro lado del equipo. En los viajes, sobre todo al sur, significaba dormir en otro sitio, buscarse él la comida y comer apartado del equipo. En los setenta, esto desapareció, pero cuando la gente vio peligrar el récord de home runs de su queridísimo Babe Ruth, le llovieron las amenazas. Miles de cartas con insultos y amenazas de muerte para que parara. Un negro no podía ser mejor que el Babe. Aaron vivió esa época, incluido un invierno entre medias, enclaustrado y con escolta para él y su familia, entre casa, hotel y ballpark.
Henry Louis Aaron atravesó por este lodazal durante toda su carrera, y salió victorioso. Fue, y será siempre, una de esas figuras que representan para la sociedad el impulso por conseguir la igualdad para el ser humano independientemente de su raza. Y esto no lo dicen los números, independientemente de cómo los analices. «The hammer» fue mucho más que un bateador de home runs, al igual que fue mucho más que un jugador de béisbol.
Y si, esta semana pasaron otras cosas. No tan importantes, o al menos no creo que las recordemos ni siquiera en el mismo departamento mental. Pero hay que contarlas también. En el apartado de fichajes, lo más reseñable es que ya hay destino para J.T. Realmuto. El catcher vuelve a Philadelphia para los próximos 5 años y 115 millones. La era Dombrowski parece que empieza apuntalando a una de sus piezas más valiosas y necesarias. Veremos a ver si es capaz de exprimir algo más de los propietarios antes de empezar la temporada.
Los @Phillies y el receptor JT REALMUTO han alcanzado un acuerdo por 5 años y 115.5 millones de dólares… pic.twitter.com/eSrTVRKsqY
— Strikeout (@Rev_Strikeout) January 26, 2021
Los Blue Jays siguen a saco. El infield ahora lucirá aún mejor con Marcus Semien, para el que planean reubicarlo en segunda base. Pero no solo son el equipo más activo en la agencia libre, como contábamos ya la semana pasada, además también hacen trades. Se traen a Steven Matz de los Mets a cambio de tres prospects para reforzar lo que claramente está ahora un nivel por debajo del ataque: los lanzadores. Otros que están mejorando mucho son los Red Sox. Recogen a Adam Ottavino en un extraño canje con Yankees que parecen querer deshacerse de él y al gran Kike Hernandez, fichajazo. Les va a venir de perlas. Para mí un jugador infravalorado en Dodgers.
Ryan Zimmerman renueva con Nationals, Jurickson Profar con Padres, Pablo Sandoval con Braves y Adam Wainwright con Cardinals. Freddy Galvis se va a Baltimore. Masahiro Tanaka se vuelve a Japón y los Yankees sellan el desmantelamiento de los Pirates trayéndose a Jameson Taillon. Brad Hand recala en unos Nats que claramente se van a tomar esta temporada más en serio.
No hay buenas noticias para terminar. La cosa huele mal. La MLB, por medio de la Cactus League del Spring Training, ya está avisando que no tiene sentido empezar tan pronto, y menos en zonas como Arizona, que está muy afectada por la pandemia. No hay acuerdo con los jugadores. La asociación desestimó, sin hacer contraoferta, la oferta de la liga que incluía el playoff extendido. No pinta bien. No creo que empecemos en las fechas programadas.