Partiremos de la idea, de que el dueño y señor de un partido de Béisbol es el Pitcher. La única persona que debe de encargarse de doblegar a rivales armados con bates, que se posicionarán delante suyo, para tratar de joderle el día. Esos bateadores vienen acompañados de los más listos y veloces ladrones de bases, a los que no les podrá dejar ni un metro de ventaja (Nunca está de más, hacer que se manchen el uniforme lanzando la bola hacia primera base para ver que está atentos). Y por si eso fuera poco, tiene que lidiar también con el cansancio de su propio brazo, que al principio está fresco como un pescado del día, pero que a medida que van pasando las entradas, apesta a debilidad.
No sé que cómico fue, el que en su monólogo aseguraba, que el Béisbol era fantástico. Era el único sitio dónde un negro, puede estar delante de blancos con un bate en la mano y que no le detengan.
El pitcher sale caminando del dugout , la conocida cueva o banquillo, dónde se encuentran todos los jugadores del equipo, que están disponibles para jugar el partido, asi como dónde se dejan cascos, bates etc. Sólo son unos cuantos metros los que lo separan de la lomita. Ese montículo de arena tan bien cuidado por decenas de operarios del club, antes , durante y después de cada encuentro. En ese corto trayecto, es dónde se toma un relajo para coger fuerzas y oír cómo la grada le ovaciona, un breve instante que se puede permitir y que da paso a el pistoletazo de salida. Llega el momento de cumplir con su trabajo!!! Si por un casual, te preguntas cuál es ese trabajo: Es conseguir que la blanca llegue sana y salva a su casa, que no la dañen por el camino, protegerla de los malos. Lo que llamaremos de una forma coloquial… DEFENDER EL PATIO.

Para ponernos en situación: Día de partido, todo listo para que comience el Game. Una voz pronuncia las palabras PLAY BALL y todo el mundo al unísono comienza a moverse. El pitcher coge la bola y tras su ritual de preparación, una charla por señas con un tio que lleva las uñas pintadas (El Catcher), la lanza con todo y no se guarda nada… STRIKE!!!
Qué placer oír un strike cantado!! Es un largo camino, el que tiene que recorrer nuestro valiente «Quijote»….. tan sólo ha sido su primer lanzamiento del partido.
La cosa sigue perfecta, todo va según el plan, llegamos a los 30 pitches y salvo un pequeño susto solucionado espectacularmente con una atrapada, por el jardinero izquierdo en la segunda entrada, no hay nada malo que le puedan decir porque no han conseguido hacerle ninguna carrera.
Pasan las primeras entradas sin novedad, el pitcher dominando todo tipo de lanzamientos. Los bateadores ni saben por dónde les viene. STRIKE!! STRIKE!! STRIKE!! Puro viento, coge lo tuyo, trágate el saca-pulmón y sieeeeentate. La fustración de ellos al bate, le hace aún más fuerte, pilas cargadas de nuevo. A TOPE!!!

60 pitches, la grada le sigue vitoreando, disfruta con él, es el amo, que jugadorazo, no hay quien le gane. Las sensaciones no pueden ser mejores y él lo sabe, lo nota. En baloncesto la frase que definiría este momento a la perfección sería: Está viendo el aro como una piscina de grande.
90 pitches, nos encontramos en la parte alta de la sexta entrada, marcador 2-0 a favor, 2 bolas 1 strike (2 Outs) y con jugadores colocados en primera y segunda base. Algo sucede, en un instante, mínimo, no se sabe si es por mala suerte, cansancio o por qué, pero sale…UNA BOLA DESCONTROLADA!!! Los ladrones no dudan en aprovecharlo, corren como si no hubiese un mañana, pisando las bases al pasar. Llegan al home, celebran con risas, gritos y saludos coreografiados (Que han debido ser ensayados durante horas), el haber conquistado la casa de su rival, ridiculizando al lanzador.
El marcador se iguala, es un bajonazo grande, su cabeza piensa más de la cuenta en el error, pero tiene que continuar y demostrar que fue algo puntual. Así lo hace, pero todos notamos en él, que algo ha cambiado. Su lenguaje corporal denota inseguridad. Tras lanzar 15 veces más, la cosa no mejora. Regala bases por bolas, por golpear al rival y ellos llenan las bases y consiguen más carreras. Eliminar a alguien se convierte en una odisea, la grada ya no anima tanto, se oye el murmullo, está en el punto de mira. Puede que el coach haya tardado demasiado en hacer el cambio, debe de analizar mejor la situación para otras ocasiones. Es increible como puedes pasar de ser el puto amo (El héroe), a segundos más tarde, irte para la ducha llevandote esa sensación de que lanzar 105 veces, no vale para nada. Has fallado «sólo» 3 veces, pero acabas siendo el paquete del día y al que le apuntan la derrota (El villano).
Ya lo que le faltaba a nuestro pitcher por sentir, el coach delante de 40.000 personas, se reune en la lomita con él y le quita la blanca de sus manos. Literalmente le manda a buscar rumbo a la cueva. La soledad es el castigo que cree merecer y se abstrae del mundo sin consuelo.

Sale el «Sancho Panza» de turno (Pitcher Relevista) desde el bullpen, pero el marrón es tan grande que, es imposible levantar esto. DERROTA!! Toca mirar el calendario y ver a dónde se viaja mañana, no hay otra. Ya veremos si esta vez (cómo bien suele decir Uri Berenguer), nos toca sufrir de insomnio, o soñar con los angelitos.
PD: ¿Puedes imaginarte toda la tensión, que tiene que pasar un pitcher, en cada uno de sus lanzamientos? Quizás sea menos después de haber lanzado la bola a 100 mph, pero eso de verse obligado a que un tio, que se encuentra en frente tuyo con un bate, no la golpee hace que las pulsaciones se disparen. Esto es BÉISBOL !!!
Y para terminar las «Piernas Calientes» de Rod Stewart