A principio de temporada eran pocos los alicientes que los aficionados de los San Diego Padres tenían para ver a su equipo. Las ilusiones que A.J. Preller, General Manager, despertó en el 2015 se habían desvanecido con la misma rapidez con que se crearon. Ese proceso cuyo objetivo era competir por el título y que fue bautizado como “Prellerpalooza” resultó ser un auténtico fracaso. De todas las caras nuevas que llegaron al equipo aquel invierno solo una, Will Myers, sigue en San Diego. Matt Kemp está en Atlanta, Jon Jay y James Shields en Chicago, Craig Kimbrel en Boston, Will Middlebrooks perdido por las Menores y Melvin Upton Jr. sin equipo.
A pesar de las duras críticas que Preller ha recibido durante los dos últimos años hay que reconocerle que ha sabido salir del atolladero en el que él solito se había metido. Ha conseguido deshacerse de contratos tóxicos (aunque haya sido a costa de pagar una pasta a jugadores que ya no están en la organización), ha rearmando un farm system que estaba desierto y ha reducido el payroll de la plantilla en los próximos años hasta el ridículo. Esto le da margen para crecer sin demasiadas prisas e ir la agencia libre cuando sea necesario.
El 2017 empezó sin demasiadas expectativas, pero está dejando cosas interesantes. Estamos viendo como los San Diego Padres consiguen juntar a una serie de jugadores jóvenes sobre los que construir un proyecto de futuro. Austin Hedges es uno de los mejores catchers defensivos de la liga, y solo tiene 25 años. A su capacidad para el framing y a su brazo hay que añadir su liderazgo y su facilidad para guiar a los pitchers. A pesar de que está sufriendo bastante en ataque el poder está ahí y los Padres confían en que mejorará sus at bats. Hay catcher para rato.
La primera base también parece segura con Will Myers. El que fuera Rookie del Año con los Rays en 2013 ha conseguido mantenerse sano estas dos últimas temporadas (en gran medida por haber dejado de defender los jardines y pasar a la primera almohadilla) y está resultando ser el mejor jugador de los Padres. Es un bateador de poder, de los que se poncha mucho y al que le falta algo más de contacto para convertirse en una auténtica estrella. De todas formas es un pelotero que si no se lesiona puede garantizar más de 25 cuadrangulares y 90 impulsadas por temporada. Además se ha destapado como un gran corredor de bases. Llegó a los 28 robos en 2016 y lleva 16 en 2017.

En el jardín central nos encontramos con una de las perlas que Preller consiguió a cambio de uno de sus errores. El trade que mandó a Kimbrel (y a su contrato) a Boston trajo consigo (entre otras cosas) a Manuel Margot. Un dominicano velocísimo que está a llamado a estar entre los mejores defensores de la liga. Su bate aún está algo verde, aunque este año ha pegado 12 homers en algo más de 400 visitas al cajón, una cifra muy esperanzadora.
Otro de los jóvenes que levantan esperanzas entre la afición de los Padres es Hunter Renfroe. Sus dos virtudes principales son un cañón por brazo y mucho, pero mucho poder. Sus dos grandes problemas son un mal fildeo y una lectura horrible de los pitchs. Debe mejorar una barbaridad su disciplina en el plato, ser más paciente y sacar más bases por bolas. Los scouts dicen que si lo consigue será un aspirante al All-Star.
San Diego no solo tiene unos muy buenos mimbres en el primer equipo, sino que además cuenta con una serie de prospects muy interesante en los distintos niveles de la organización. Destaca sobre todo la cantidad de pitchers con opciones claras de tener hueco en las Mayores. En el último Draft eligieron a Mackenzie Gore, un chico de solo 18 años que ya tiene un arsenal de cuatro lanzamientos y que consigue K’s como si fueran churros.
También nos encontramos con dos primeras rondas del draft de 2016: Cal Quantrill y Eric Lauer. Un diestro y un zurdo que sin llegar al nivel de Gore pueden dar muchas alegrías. Los Padres también se han movido bien en el mercado internacional y cuentan con dos lanzadores cubanos muy interesantes. El primero es Adrián Morejon, un pitcher refinado con muchísimo control. El segundo Michel Baez, un gigante de casi 2.10 metros con una bola rápida de las que asustan.

El buen nivel del pitcheo del farm system queda apuntalado con Anderson Espinoza. El venezolano era considerado el mejor pitcher del sistema de granjas de los Red Sox. Llegó a California en el traspaso de Drew Pomeranz y aunque se ha tenido que someter a la Tommy John se espera que vuelva a lanzar cerca de las 100 millas.
También encontramos mucho talento entre los jugadores de campo. Este 2017 hemos visto a Franchy Cordero, un shortstop reconvertido en jardinero que ha dejado muy buen sabor de boca por su defensa. Si Cordero ha sido reubicado en los exteriores es porque dos de los grandes talentos de los Padres juegan en el middle infielder.
Luis Urias es un bateador de contacto con una capacidad prodigiosa para identificar pitchs y con un control absoluto de la zona de strike. En 2016, por ejemplo, jugando en A+ y AAA consiguió 45 BB frente a 37 SO. Este año, con los San Antonio Missions de AA, está promediando un OBP de .400. Su defensa es average y se espera que sea capaz de jugar en el shortstop, lo que sin duda le daría un valor adicional. Se espera que ayude a cicatrizar la herida que supuso la marcha de Trea Turner a los Nats.
El otro nombre con el que nos debemos quedar es Fernando Tatis Jr.. Solo tiene 18 años y su debut aún se intuye muy lejos, sobre todo cuando vemos como sufrió al pasar de A a AA. Sin embargo todos los expertos le ven como un bateador con poder y contacto que además posee un físico extraordinario. Parece evidente que acabará pasando a la “esquina caliente”.
Si A.J. Preller no se vuelve loco y se dedica a cuidar lo que tiene y añadir algún jugador interesante desde la agencia libre hay muchas opciones de que los San Diego Padres estén con opciones de competir en el medio plazo.