Yo no sé de béisbol. Lógicamente sé lo que es un home run, una base por bolas, un hit, etc. Sé leer las estadísticas, sé lo que es la ERA, el AVG, el OBP o la RBI pero yo no sé de béisbol. Yo no sabría contarles con pelos y señales, como hacen en Pitcheos Salvajes, qué es lo que ha ocurrido en un partido. Me parece un arte muy sofisticado al alcance de unos pocos.
Yo no sé de béisbol pero si sé que Mookie Betts batea el primero. Sé que cuando Benny se acerca al home suena su canción country. Sé que cuando Joe “La Metralleta” Kelly sale a lanzar contra los Yankees… vamos a tener diversión, jajaja. Sé que cuando suena Stranglehold de Ted Nugent, mi primo Craig Kimbrel sale corriendo del toril hacia la lomita, como dice Uri, para lanzar la novena, darle un poco de emoción y drama como cualquier closer barbudo y ganar el partido. Sé que Tony Santana me regalo una bola que atrapó a unos metros de mí en el Monstruo Verde. Sé cuánto vale una Bud Light en Fenway Park. Sé que soy de los Red Sox y a veces eso es suficiente porque el béisbol nos da más de lo que le damos y nos quita menos de lo que debería. Sé que soy un tipo con suerte y eso no es fácil de encontrar.
Sé que en 2013 pisé Fenway Park por primera vez. Sé que un mes después vi por tv cómo explotaban dos bombas en el maratón de Boston. Sé que meses después sobre las 5 de la madrugada grité porque aquellos tipos barbudos habían ganado las World Series. Sé que fue el año de las barbas, de los Bearded Brothers como reza el interior del anillo de campeones. Sé que Napoli y Gomes se dejaron barba porque vieron la mía y sé que cuando digo “de donde yo soy, en Boston, llevar barba es sinónimo de ser campeón”, nadie entiende lo que digo, pero sé que me da igual porque soy un fan de los Red Sox de Boston.
Sé cómo es ganar unas World Series porque vi lanzar a Uehara la última bola en 2013 y sé que Kimbrel lanzara la ultima también en 2018. Sé que Benny la atrapará y seremos campeones. Sé que gritaré a las 5 de la madrugada y sé que daré gracias por ser de los Red Sox de Boston.
Así que no me vengan con vainas de si Clayton Kershaw es mejor que Chris Sale o si David Price está bien o no. Price estuvo en los infiernos y volvió con barba, una zurda de 98 mph y mala leche, que a veces también hace falta. No me vengan con vainas de si mi primo Kimbrel está acabado porque le hicieron no sé cuántas carreras y no sé cuántos hits y resulta que le habían leído los lanzamientos. No me vengan con vainas de esas porque solo sé que vamos a ser campeones. Lo siento por Edu más que por Magic pero cuando un equipo está en estado de gracia, como estos Red Sox, eso se contagia y todos entran en un estado que se llama… “sal ahí fuera, haz tu maldito trabajo y seremos campeones”.
Como he dicho, yo no sé de béisbol pero sé que Cora cambió a Porcello por Eovaldi. Sé que Sale tiene algo en el ombligo que ya está solucionado, sé que JD Martínez está callando muchas bocas, sé que JBJ es un maldito héroe, sé que Holt se merece un buen aumento y sé que Dombrowski no me gusta pero es lo que hay, jajajaja.
Sé que suelo subir las escaleras al Monstruo Verde para ver la práctica de bateo solo, pero sé que no he llegado hasta ahí solo. Sé que son muchos los que me llevaron y me llevan hasta allí: Lartaun, La Lata De Maíz, Pitcheos Salvajes, los rookies, Uri Berenguer… nada existiría sin Uri.
Y si me permiten, les dejo, no sin antes decirles que voy a disfrutar de estas World Series como si las fuera a ver desde El Monstruo Verde de Fenway Park con mi amigo Tony Santana.