Estamos inmersos en un cierre patronal. Todas las actividades de la MLB están paralizadas y no sabemos cuando se retomaran. El motivo de todo ello es que no se ha llegado a un acuerdo por un nuevo convenio colectivo, una vez que el periodo de validez del anterior expiró. Por ello la competición ha decidido echar el cierre como medida de presión. En realidad, podríamos vivir legalmente bajo las normas del anterior CBA mientras se alcanza un acuerdo para renovarlo, pero eso ya se hizo en 1994 con desastrosas consecuencias.
Pero ¿qué se pacta en un convenio? Una pregunta corta con una respuesta muy larga. Como largo es el propio convenio puesto en papel ya que hablamos de casi 400 páginas (o al menos ese el caso del último firmado) en las que se determinan cuestiones muy diversas sobre la competición y los derechos de los trabajadores. Desde los salarios, los contratos y arbitrajes, hasta un cambio de reglas o el formato de la competición.
La siguiente pregunta sería la del título de esta entrada, ¿por qué no se ha llegado a un acuerdo entonces? Aquí es al revés que antes, la respuesta larga tiene una versión corta que ya todos sabemos, la misma de cualquier conflicto laboral: el dinero. Pero vamos a intentar entrar un poco más en detalle. Primero hay que decir que la Asociación de Jugadores va de frente y si que se queja de que los salarios son una mierda, en especial los primeros años de un jugador, que la agencia libre tiene trabas y que la manipulación de los tiempos de control es injusta. Sin embargo, la MLB con su comisionado al frente abanderan sus propuestas con el mensaje de que se preocupan por el equilibrio de la competición. Pero no engañan a nadie, los jugadores quieren ganar más dinero (y lo dicen) y los propietarios quieren pagarles menos (y lo cubren con bonitos vestidos).
El tema económico sería el nexo común de todo. Ahora bien, si intentamos concretar un poco los detalles, lo podemos hacer por temáticas. Estos serían los puntos de mayor desconexión entre las dos partes: los salarios mínimos, los años de control, el Impuesto de equilibrio competitivo, el “revenue sharing”, el arbitraje y el draft.
Salario mínimo. Durante los años de control, los primeros antes de someterse al arbitraje, los jugadores cobran «una miseria». No tiene sentido que de un año a otro los jugadores den un salto económico tan grande en lugar de equilibrarlo un poco. Es como si fuera obligatorio empezar en lo más bajo de la escala, limpiando letrinas, independientemente de tus méritos. Es un puro tema económico en el que la MLB debería dar su brazo a torcer elevando el salario mínimo. La cuantía a la que lo suban es otra historia ya.
Años de control. Esos seis años que encadenan a los jugadores a sus equipos siempre se hicieron muchos. Sobre todo porque no son años reales, son de servicio y encima los equipos se buscan las maneras para alargar estos periodos. Este tema es el más complicado de resolver al parecer. La Asociación quiere reducir idealmente esos seis años a cinco primero y más adelante a cuatro. La MLB dice que ni en broma. Al parecer han propuesto una edad límite para alcanzar la agencia libre. Podría ser algo, pero sigue siendo injusto para muchos. Los peloteros que fichan por el draft internacional debutan a veces con veinte años. Para ellos los 29 y medio que propuso la MLB se hacen aún más largos que los seis que hay. Es difícil pues hay mucha variedad de situaciones, dependiendo de cómo llegue el jugador a Grandes Ligas. La asociación debería apostar por una mejora para la mayoría y la solución más justa estará en un sistema hibrido de las dos propuestas.
El Impuesto de equilibrio competitivo, CBT en inglés, es esa penalización para los clubs que sobrepasen una cifra de payroll. Los jugadores quieren que se suba el umbral y reduzca la penalización para que los equipos sigan invirtiendo en la Agencia Libre. Este 2021 solo Padres y Dodgers lo sobrepasaron. Yo creo que lo que debería penalizarse, si de verdad la MLB se preocupa por la competitividad, es a los equipos que claramente no ponen de su parte y no gastan un duro. Max Scherzer va a cobrar en 2022 más que varios equipos de estos al completo y eso no puede ser. Al menos no puede ser si supuestamente estas poniendo medidas y herramientas para que la balanza no caiga claramente hacia los equipos de las grandes ciudades.
El “revenue sharing” es una de esas medidas en la que se compensa a los equipos pequeños para que puedan competir. Rollo Robin Hood, donde mucha pasta de los ricos va a los pobres. Los jugadores quieren reducir estas cuantías, para no ser una losa en los equipos que quieren gastar. Por eso mismo las ofertas calificadas deberían desaparecer también según ellos. Pero es probable que el problema no sea la medida, sino como se ejecuta. Está claro que muchos de los equipos que reciben este oxigeno no le dan buen uso y quizá habría que canalizar mejor lo que hacen con el, obligándolos a invertir en cambios reales.
El formato de arbitraje. Evidentemente hay disputa sobre los años de arbitraje ya que va de la mano de los años de control, pero también se pone en tela de juicio como ejecutar ese «juicio» en el que se decide cuanto tiene que cobrar el jugador cuando las dos partes no se ponen de acuerdo. Los propietarios proponen hacerlo en base al WAR, pero eso no va a convencer a los peloteros, aunque estos reconozcan que el sistema actual se basa demasiado en estadísticas clásicas.
El draft es muy distinto al de otras competiciones, desde cómo se define el orden de elección, al contrato que recibe jugador. Aquí es muy probable que haya mucho que aprender del resto de deportes y es un punto clave para la lucha contra el tanking y las reconstrucciones. Ambas dos partes tienen propuestas para renovar el formato. Están de acuerdo en meter mano a esto, solo hace falta ver hasta donde. Yo me quedaría con la habitual propuesta que trae de nuevo a primera plana Jayson Stark en The Athletic, de revertir el orden del draft, siendo las primeras elecciones para los equipos que se quedaron a las puertas de playoffs.
Todos estos puntos están verdaderamente en el aire, no sabemos qué va a pasar con ellos y sinceramente la cosa me pinta fatal, ojalá me equivoque. Febrero llega pronto y esta gente no tiene ni siquiera un calendario para reunirse. La Asociación incluso se queja de que la MLB invirtió más tiempo en su comunicado de prensa que en las propias negociaciones. También dijeron que Rob Manfred y los suyos pusieron varias líneas rojas infranqueables de inicio. Mientras tanto, la MLB dice que lo que propone la otra parte atenta directamente contra el equilibrio de la competición (lease aquí el grosor de sus bolsillos).
No se espera que haya tiempo ni interés en hacer cambios en el juego, más allá de implantar el bateador designado universal que parece ser del interés de todos. Yo personalmente ya perdí la esperanza de seguir viendo batear a los lanzadores. De momento no habrá más cambios revolucionarios para modernizar o acortar los partidos. Sin embargo, ampliar la postemporada a 12 ó 14 equipos es algo en lo que la MLB está muy pero que muy interesada, así que es muy probable que los jugadores concedan esto como moneda de cambio por otras cosas. Tampoco me gusta pero, ¡qué le vamos a hacer! habrá que acostumbrarse. En mi opinión, los pocos equipos en playoffs es una de las cosas que diferenciaban a la MLB del resto de competiciones para bien.
Como decía al principio, la pelea es por el dinero y hay varios puntos de desacuerdo importantes que básicamente son los que hemos relatado. De todas estas cuestiones también se deduce que hay un enemigo común contra el que luchar: el tanking. Y bien lo sabe Adrián Cobo que hace tres días expuso sus ideas para acabar con el. Para la competición y el aficionado está claro que es una lacra que se fomenta en el sistema actual y para los jugadores es el culpable de muchas oportunidades perdidas. Cuando un equipo no quiere competir y prefiere sentarse a esperar, es una desgracia para el movimiento del mercado y para los peloteros que juegan en un club sin aspiraciones. Espero que lo tengan en cuenta ambos a la hora de tomar las decisiones y hacer los pactos. Está claro que es en beneficio de todos aprovechar el momento para al menos paliar la situación.