Joe Posnanski nos cuenta la vida de un grande muy olvidado, Arky Vaughan.
En alguna parte de mis archivos tengo este proyecto muerto en el que trabajé una vez. La idea era dividir a los jugadores del Salón de la Fama en diferentes rangos. Eso no es original, lo sé, excepto que estos niveles no tenían casi nada que ver con lo bueno que era el jugador (cuántos Home Runs bateó, cuántos ponches tenía, etc). Estos niveles se basan completamente en el reconocimiento.
Es decir:
Nivel 1 – Estrellas del Salón de la Fama: alguien que no conoce el béisbol hubiera oído hablar de él.
Nivel 2 – Estrellas del Salón de la Fama: un aficionado al béisbol normal habría oído hablar de él.
Nivel 3 – Estrellas del Salón de la Fama: un aficionado al béisbol moderado habría oído hablar de él.
Nivel 4 – Estrellas del Salón de la Fama: un fanático el béisbol habría oído hablar de él.
Nivel 5 – Estrellas del Salón de la Fama: Solo Keith Olbermann habría oído hablar de él.
Tengo diferentes personas en mente para determinar cada nivel. En el nivel uno, por ejemplo, estaba mi difunto abuelo que todas las mañanas con orgullo abriría el periódico, retiraría con cuidado la sección de deportes y luego la metería en el cubo de la basura. No puedo estar seguro, pero sospecho que mi abuelo habría oído hablar de Babe Ruth, Jackie Robinson y Lou Gehrig, principalmente a causa de la enfermedad de este último. Sin embargo, no es del todo descartado que incluso estos tres eludieran su esfera de conocimiento. Mi abuelo era un hombre brillante que leía constantemente, y en cinco idiomas. Trabajó sin descanso para saber lo mínimo que se podía saber sobre deportes.
En el Nivel 2 tengo a mi esposa, Margo, a quien le gusta el béisbol. Estudió un año Historia del Béisbol en la Universidad y obtuvo una B sólida, pero no sigue los detalles del deporte. Ella no sabía, por ejemplo, que Houston ahora está en la Liga Americana o quién es ese joven jugador que está en los anuncios del Metro, (“¿Mike Trout? ¿Es él?”). Pero ella puede sorprenderte de vez en cuando con algo que sabe sobre Walter Johnson o Rod Carew, y tiene un conocimiento práctico de la mayoría de los grandes jugadores. Probablemente podría nombrar a 30 o 40 miembros del Salón de la Fama si la presionan, tal vez incluso un poco más. Ella ya me dio su opinión sobre Tony Gwynn, a quien puse demasiado bajo en la clasificación.
En el Nivel 3 utilicé a mi amigo Pop Warner, que es aficionado al béisbol y puede hablar con cierta autoridad sobre los mejores jugadores de nuestra vida, que abarcarían los últimos 40 años o más. Tenía ciertos conocimientos de algunos de los nombres más importantes: Feller, Williams, DiMaggio, Mantle, Foxx, Greenberg, Cobb, Paige, Walter Johnson, etc., pero podría no conocer a algunos grandes jugadores como Paul Waner o Harry Heilmann o Eddie Plank. No tengo esa información, pero creo que hay 60 jugadores de los que Pop podría decir algo, otros 25 ó 30 que los podría reconocer como jugadores de béisbol y el resto, bueno, ninguna posibilidad de que sepa quienes son.
Para nuestra clasificación:
Hay 165 jugadores de todos los días en el Salón de la Fama.
Hay 72 lanzadores.
Hay 27 ejecutivos.
Hay 21 gerentes, cuatro pioneros y diez árbitros.
Así que incluso mi amigo Pops no se acercaría a conocer a la MITAD de la gente que está en el Salón de la Fama. Si eliminas a los ejecutivos, a los pioneros, a los gerentes, a los jugadores de la Liga Negra y a los muchachos anteriores a 1900, probablemente TODAVÍA no estaría ni en la mitad.
El nivel 4 sería mi amigo Vac, quien ha escrito un par de fantásticos libros de deportes históricos, con mucho béisbol, y tiene un gran sentido de la historia de este juego. Tendría un conocimiento práctico de más de 150 habitantes del Salón y al menos un conocimiento pasajero sobre dos o tres docenas más. Todavía pienso que podría no conocer a 30 o 40 miembros del Salón de la Fama.
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De todos modos, esta fue la forma divertida en que iba a clasificar a la gente del Salón de la Fama. Y había cierta lógica en la forma de hacerlo así. Claro, había algunos jugadores que probablemente eran más famosos que excelentes y algunos jugadores que eran más excelentes que famosos, pero sobre todo tenía sentido.
Excepto por uno. Un jugador realmente rompió el experimento. Ese era Arky Vaughan. Obviamente, mi abuelo nunca escuchó hablar de él. Mi esposa ciertamente nunca escuchó hablar de él. Diría que hay muchas posibilidades de que Pop Warner nunca hubiera oído hablar de él. Diría que tienes que ser un fanático de Nivel 4 para poder decir algo sustancioso sobre Vaughan, e incluso hay una posibilidad de que algunos fanáticos de Nivel 4 sólo se encojan de hombros si se les pregunta por él.
Y eso es asombroso. Porque Arky Vaughan fue un gran jugador que vivió una vida fascinante con un final trágico. Debería ser uno de los hombres más famosos que alguna vez haya jugado al béisbol: podría haber una película sobre su vida. Pero la historia simplemente no fue para Arky Vaughan, por lo que cualquiera ahora puede decir que él no importó.
Joseph Floyd Vaughan nació en Arkansas, lo que le valió el sobrenombre de Arky que se quedó con él toda su vida, pero su familia se mudó a California cuando tenía sólo siete meses. Su padre, Robert, trabajó en la agricultura y luego encontró un empleo en Standard Oil, el cual parece que cogió para que sus hijos pudieran ir a una buena escuela en Fullerton. A diferencia de muchos de los padres de los jugadores incluidos en el Top 100, Robert Vaughan no era estricto en no querer que su hijo jugara al béisbol, ni una figura autoritaria que se asegurara que su hijo entrenara durante nueve horas todos los días. Era un padre cariñoso que amaba el béisbol, que quería que Arky y sus dos hermanos practicaran deportes y disfrutaran de la vida.
Arky Vaughan era un fenómeno atlético: él, como muchos otros grandes jugadores, también ganó una beca para jugar al football, pero el béisbol era su pasión. Era un jugador que sólo necesitabas verlo una vez para apreciarlo, y este rasgo tuvo mucho peso en su futuro. El cazatalentos de Pittsburgh, Art Griggs, quien era propietario y gerente del equipo de ligas menores de Wichita, estaba de vacaciones en Los Ángeles, como de costumbre, cuando recibió un aviso sobre una estrella de béisbol de Fullerton con un futuro enormemente prometedor. Ese jugador no era Vaughan. Era un receptor llamado Willard Hershberger, quien también jugaría en las Grandes Ligas y su final es una de las historias más trágicas del béisbol.
Otro compañero de clase de Vaughan, como estudiante de primer y segundo año, era un fanático del béisbol poco atlético pero entusiasta llamado Richard Nixon. Años más tarde, cuando ya era presidente, Nixon formaría equipos de béisbol de todos los tiempos de la Liga Americana y Nacional, y Vaughan fue su shortstop elegido de la Nacional de todos los equipos desde 1925 hasta 1945. Y recordó cuando Pee Wee jugaba a football con Vaughan.
Griggs no tenía idea de quién era Arky Vaughan. Mientras tanto, un cazatalentos de los Yankees, Vinagre Bill Essick (el scout que convenció a los Yankees de firmar a DiMaggio), ya lo sabía todo sobre Vaughan y se dirigía a Fullerton para ficharlo y llevárselo a Nueva York. Parecía destinado a convertirse en yanqui, donde sin duda se habría hecho infinitamente más famoso.
Entonces, el destino intervino. Vinegar Bill se detuvo en algún lado para ver a otro jugador y Griggs fue directamente a Fullerton. Se quedó tan impresionado con Vaughan que se olvidó de Hershberger y lo fichó para jugar en su equipo de Wichita. Essick apareció uno o dos días después y se puso furioso al descubrir que le habían birlado a su jugador. Firmó a Hershberger como premio de consolación. Un año después, basado en unas declaraciones de Essick, los Yankees ofrecieron a Pittsburgh $40,000 por Vaughan. Los Pirates, que podían o no saber lo que tenían, rechazaron el trato pensando que si los Yankees lo deseaban tanto, pudiera ser que fuera bastante bueno.
Vaughan pasó un año en Wichita. Bateó .338 con 16 triples y 21 Home Runs. Un año después, cuando tenía 20 años, era el shortstop titular de los Pirates.
Golpeó de inmediato en las Grandes Ligas, bateando .318 como novato. Su defensa, sin embargo, fue otra historia. Cometió 46 errores en su primer año y 46 más en su segunda temporada. En esos días, contar errores era prácticamente la única forma en que alguien juzgaba la defensa de un jugador, y Vaughan siempre sería propenso a cometer errores (encabezando esta clasificación con los 52 que cometió a los 28 años). Esto llevó a la gente a creer que era un terrible shortstop, una reputación que sin duda empañó la forma en que la gente juzgaba su carrera.
Es una pena, porque otros números sugieren que en realidad no fue un defensor tan espantoso. En su primer año, los Pirates trajeron al gran Honus Wagner para enseñar a Vaughan a jugar al campocorto, lo que nos lleva a una gran historia de béisbol. Wagner trabajó con Vaughan y después de un tiempo alguien le preguntó a Arky cómo iba. “No estoy seguro”, dijo Vaughan. “Cuando le pregunté al Sr. Wagner qué hacer, me dijo: ‘Simplemente corre rápido, agarras la bola y la lanzas a primera base antes de que llegue el corredor. Pero no me dijo cómo hacerlo'”.
Era un atleta maravilloso que podía lanzar la bola lejos, tenía un brazo fuerte y era muy agresivo en defensa. Comandó la Liga Nacional en asistencias, pases completos y dobles eliminaciones en diferentes momentos de su carrera. La WAR Defensiva lo califica como un campocorto por encima de la media durante su carrera. Bill James lo sitúa en el promedio, o tal vez un pelo por arriba.
Como bateador, desde cualquier punto de vista fue magnífico. En el segundo año de Arky Vaughan bateó .314 y lideró la liga en triples. Los siguientes tres años fueron de otro mundo. Lideró la liga en porcentaje de embase durante las tres temporadas. Anotó al menos 108 carreras cada año, este tramo incluyó su increíble temporada de 1935, una de las mejores para cualquier campocorto, cuando bateó .385 /.491 /.607. Fue el primer campocorto en batear .600 en una temporada completa. Tuvo 63 extra base hits. Sin duda, debería haber sido MVP, pero los Pirates no fueron candidatos a ganar las Series Mundiales y el premio fue para el receptor de Chicago, Gabby Hartnett.
Vaughan fue muy difícil de ponchar. Él consiguió más bases por bolas que nadie en la liga. Sólo tuvo un año en el que bateó menos de .300. Fue asombrosamente rápido, lo cual es fácil de ver, porque nadie robó bases en la Liga Nacional en la década de 1930 (Vaughan en realidad lideró la liga en robos con 20 cuando tenía 31 años). Lideró la liga en triples tres veces y en carreras anotadas tres veces.
“Podía volar por las bases”, dijo Rip Sewell sobre él; y su compañero de equipo, Paul Waner, dijo que nunca vio a un jugador más rápido de primera a home que Vaughan. Hasta los 29 años, Arky estaba bateando .324 con un porcentaje de embasamiento de .414 y más de 1,700 hits. Eso son más hits, en caso de que te lo preguntes, que Pete Rose, Derek Jeter o Stan Musial hasta los 29 años. Fue el mejor shortstop bateando desde Wagner. Y luego su historia cogió algunos giros extraños.
Después de la temporada de 1941, los Pirates cambiaron de repente a Vaughan a Brooklyn por cuatro jugadores que incluyeron un lanzador de 37 años, apodado Hot Potato, y un receptor de 34 años llamado Babe Phelps, a quien la gente apodaba Blimp. Nunca puedes ser bueno cuando ya tienes un gran apodo de béisbol como “Babe” y la gente todavía insiste en llamarte “Blimp”…
* El trade, aparentemente, fue obra del manager de Pittsburgh Frankie Frisch, quien ya estaba agobiando a todos sus jugadores con su filosofía de “en mis días, nosotros éramos jugadores de verdad”. Él y Vaughan, el tranquilo, no se llevaban bien y parece que Frisch diseñó el trato con los de Brooklyn.
* Para ser justos, Blimp había sido un muy buen jugador. Golpeó .310 y jugó en tres equipos All-Star. Sin embargo, su carrera terminó tras el trade. Jugó un año en Pittsburgh y se retiró.
Sin embargo, resultó que la relación entre Frisch y Vaughan era prácticamente una historia de amor como las que tenían Bogie y Bacall en comparación con la forma en que se llevaba el gerente de Brooklyn, Leo Durocher y Vaughan. Esos dos se odiaron desde el principio. Para ser justos, a casi nadie le gustaba Durocher. Billy Herman diría que el punto de inflexión fue en 1943, cuando Durocher suspendió al lanzador Bobo Newsom y lo destrozó en el periódico. Vaughan leyó la entrevista y se indignó. Irrumpió en la oficina de Durocher y le preguntó a “Leo el Labio” si había concedido la entrevista. Durocher dijo que sí.
“Coge este uniforme”, dijo Vaughan mientras arrojaba su ropa a la cara de Durocher, “y te lo metes por el culo. Si mientes sobre Bobo, mentirás sobre mí y sobre todos los demás. No estoy jugando para ti”. Y con eso, Arky Vaughan se largó furioso. Todo el equipo admiraba tanto a Vaughan (y odiaba tanto a Durocher) que realmente se declararon en huelga durante unos días. El General Manager de Los Dodgers, Branch Rickey, tuvo que suplicarles que regresaran y jugaran. Los otros volvieron a jugar. Vaughan no lo hizo.
Había mucha enemistad acumulada entre Vaughan y Durocher: Leo tendía a hacerle eso a la gente. Vaughan tuvo una buena temporada de 1943. Bateó .305, lideró la liga en bases robadas y carreras, pero ya había tenido suficiente. El año siguiente simplemente se quedó en su casa de California y se hizo cargo del rancho familiar mientras la Segunda Guerra Mundial continuaba. Nunca dio sus razones. Vaughan era un hombre famoso y tranquilo, pero la gente siempre asumió que dejó el juego por Durocher. Su hijo, Bob, pensó lo contrario. Él creía que había razones personales que iban más allá del béisbol. Bob una vez le preguntó a su padre quién era el mejor entrenador para el que jugó. “Durocher”, dijo Arky en voz baja.
En cualquier caso, Vaughan no regresó al béisbol hasta 1947 (después de que Durocher había sido suspendido por relacionarse con apostadores) y, por supuesto, ese fue el año en que Jackie Robinson cruzó la línea de color. Y mientras que otros compañeros de equipo, como Pee Wee Reese, han sido alabados por su papel en el apoyo a Robinson, Vaughan jugó su papel silencioso e inadvertido.
“Fue un tipo que hizo todo lo posible por ser amable conmigo cuando era novato”, decía Robinson.
“Lo necesitaba”.
Vaughan bateó .325 en un papel secundario durante esa temporada, y consiguió un doble y una base por bolas en tres apariciones en el plato en su primera y única Serie Mundial. El año siguiente bateó .244 siguiendo en un papel secundario, dejó el béisbol por última vez y se dirigió a su rancho a disfrutar de su familia. Tenía sólo 36 años cuando se retiró. Bueno, jugó un año con los San Francisco Seals y bateó para .288 en 97 partidos. Hubo intentos ocasionales para atraerlo a las Grandes Ligas, pero nunca regresó.
Cuatro años más tarde, Vaughan y un amigo estaban pescando en un lago con un nombre nefasto – Lost Lake – cuando una tormenta los barrió y el barco zozobró. El agua estaba helada y el testigo presencial dijo que Vaughan regresó para ayudar a su amigo. A unos diez metros de la orilla, ambos hombres se sumergieron y nunca regresaron a la superficie. Arky Vaughan tenía 40 años.
Era un hombre taciturno. No desagradable, sino silencioso. Ciertamente no ansiaba atención, y no era alguien que ofreciera frases interesantes para los periodistas. Jugó en unos Pirates casi mediocres, sus errores eclipsaron sus puntos fuertes defensivos y su carrera relativamente corta redujo sus magníficos números ofensivos. Él tampoco tenía ningún interés en promocionarse a sí mismo. Sólo quería criar a sus hijos, ir a pescar y trabajar en el rancho. Red Smith una vez lo llamó “el hombre más magníficamente olvidado del béisbol”.
Cuando Arky Vaughan finalmente fue elegido para el Salón de la Fama en 1985, unos 30 años tarde, hubo rumores acerca de otra huelga de los jugadores de béisbol, por lo que el estado de ánimo de la afición se redujo. Vaughan entró en el Salón de la Fama como el líder de bases robadas de todos los tiempos. Entró con Lou Brock, el asistente de Knuckleball Hoyt Wilhelm y Enos Slaughter. Vaughan era probablemente mejor jugador que cualquiera de ellos, pero él era la cuarta persona mencionada en charla, si era mencionado.
Sin embargo, el Salón de la Fama puso sobres conmemorativos para honrar a Arky Vaughan. Allí tenían su fotografía y algunas de sus maravillosas estadísticas. Hubiera sido perfecto. Lo único: escribieron mal su nombre.
El artículo original de Joe Posnanski