Resumen:
Todos, incluido yo, nos la prometíamos muy felices en marzo. La gerencia había atajado los problemas en el lineup que el equipo venía arrastrando los últimos años. La posición de segunda base, con un contrastado Elvis Andrus, y Andrew Benintendi para cubrir el jardín derecho. Y la rotación, con la inclusión de Clevinger, parecía sólida.
Pero todo se desmoronó cual castillo de naipes a las primeras de cambio. Uno de los peores inicios de temporada de la historia, un paupérrimo récord de 8-21. El desastre, la mala actuación de los lanzadores, un Lance Lyn con un ERA por encima de 6, pero, sobre todo, focalizado en el bullpen, siendo la peor unidad de las mayores en los primeros meses de la liga.
El equipo levantó un poco la cabeza en los siguientes meses, todo acompañado por el bajo nivel de la división, que permitió que los del sur de Chicago no se alejaran mucho de la cabeza. Jugadores que traían una expectativas muy altas no rindieron según los esperado, y otros han jugado con un nivel bajísimo.
Grifol no ha conseguido manejar a una plantilla con mucho nivel, pero también problemas internos de vestuario. Y, claramente, se ha descubierto que no era oro todo lo que relucía. Ha hecho muchas rotaciones en segunda base, y en el left field, subiendo y bajando jugadores de las menores, pero no ha podido dar con la tecla.
Las bajas de Jimenez y Moncada, algo que empieza a no ser noticia, lastraron al equipo en momentos claves de los partidos. El bajísimo estado de forma de Tim Anderson también ha sido algo para destacar.
El equipo no ha destacado en ningún aspecto del juego en lo que vamos de competición. El pitcheo, sobre todo el bullpen, ha sido de los peores. Y no podemos achacar todo los problemas de los relevistas a la lesión de Hendricks, porque era algo que todo el mundo sabía. Grifol realizó probaturas en la posición de closer, pero todas han sido fallidas.
Los problemas de falta de poder de bateo y los errores, un problema que revolotea al vestuario de los White Sox, volvieron a aparecer. Y a esto, se añadió el bajón de forma de jugadores clave como Lynn, Cease o el ya mencionado Anderson. A Moncada y Grandal todavía se espera que empiecen a jugar algo.
Por todo ello, el GM Rick Hahn ha decidido apretar el botón del pánico y empezar una nueva reconstrucción.
Todo el fanbase ha cargado contra Hahn, y muchos han pedido incluso que el dueño del equipo lo ponga en venta.
MVP:
Si un jugador ha destacado por encima de todos, éste ha sido Luis Robert jr. El cubano ha sido, de largo, el mejor del equipo, y también uno de los mejores de la liga Americana. El único que ha dado la cara en todos los momentos de la temporada, por lo cual es una de las piezas más demandadas por el resto de equipos si los White Sox decidieran su venta. Algo poco probable, ya que el jugador tiene contrato hasta el 2027.
Robert ha sido el integrante del equipo que más partidos ha jugado, prácticamente no se ha perdido ninguno, exceptuando algún doubleheader en el que se le ha dado descanso. Jugando en el Centerfield el 100% de los partidos. Y ha sostenido la ofensiva de los White Sox en muchos momentos, con un bateo de poder, segundo de la americana en Home Runs, que no se le había visto hasta ahora. Y la razón que le ha llevado a jugar el Hombre Run Derby.
Todos los analistas coinciden en que la reconstrucción de los Southsider debe girar alrededor de este jugador.
Cy young:
Nos cuesta destacar a un pitcher abridor de los White Sox este 2023, y menos para darle el título de Cy Young, aunque sea sólo del equipo.
Los dos mejores pitchers del equipo han sido Dylan Cease y Lucas Giolito. Este último ha sido intercambiado a los Angels hace una semana. Dentro del solar en cuanto a calidad que han sido los abridores este año , estos dos han sido de lo único salvable.
Han mantenido unos números parejos entre ellos, estando algo por encima Giolito en ERA y en bases por bolas, y Dylan mejor de Lucas en strikeouts y en HR concedidos.
Pero la principal diferencia entre ellos, que podría decantar el “galardón” para Giolito, es que él viene con unas estadísticas ascendentes después de un mal año 2022 y Dylan no ha podido trasladar su maravilloso nivel de juego del año pasado a éste.
A Giolito ya no lo veremos más vestir la camisa de los White Sox, a pesar de las declaraciones del padre del jugador donde decía que su hijo quería volver a firmar por el equipo, y Cease está en todas las quinielas para ser cambiado, a pesar de que los del sur de Chicago mantienen un control sobre él hasta el 2026, donde será agente libre.
Sorpresa:
En un año donde pocas ilusiones ha generado el equipo y pocas alegrías ha dado a sus aficionados, Jake Burger ha sido un oasis en un vasto desierto. Jake era un jugador con un rol de secundario al principio de la temporada, y sólo la lesión de Joan Moncada forzó al equipo a subir desde las menores a Burger.
Jake ha devuelto la confianza que Grifol depositó en él a base de Home Runs, sobre todo. Con un juego de todo o nada, cada swing de Jake acaba con la pelota en la grada o en el guante del cátcher contrario y Jake retirándose del plato por un strikeout. Tampoco su juego defensivo destaca por encima del resto, lo que ha evitado que, a pesar de alguna probatura en segunda, no haya abandonado la titularidad en tercera base supliendo la larga baja del cubano Moncada.
Veremos si es un caso de one year wonder, pero lo veremos desde la distancia, ya que ha sido traspasado a los Marlins en este cierre de mercado veraniego.
Decepción:
El jugador más señalado del equipo, por su bajo nivel de juego, está siendo Tim Anderson, El que fuera el número uno indiscutible del line up de los White Sox en los últimos años está pasando por un largo bache de juego que está frustrando tanto a él como a los técnicos. Un dato para destacar es que en la primera vuelta de la liga no haya conseguido ningún HR. Tim no era un jugador que basara su juego en sacar la pelota del campo en cada paseo por el plato, pero tenía una media de 15 de ellos por temporada, pero sí es un jugador que pone muchos lanzamientos en juego y que, exceptos los primeros años, no ha bajado de .300 en su media de bateo.
Se le ve enfadado y muy frustrado con cada fallo en el plato, tanto que no está usando una de sus armas, como era el robo de base en un año donde con las nuevas reglas el juego es propicio a ello.
Los aficionados todavía confían en recuperar el mejor juego de Anderson pero la gerencia no creo que deje pasar la oportunidad y ha sido uno de los jugadores con más papeletas para ser cambiados por jóvenes que mejoren el nivel del sistema de granjas del equipo. Al final se ha quedado en el equipo.